La infancia es una etapa crucial en el desarrollo de todo ser humano. Por esta razón, es de suma importancia que tanto docentes como padres de familia presten atención a las habilidades, conductas y dificultades que los niños pueden presentar. Una detección temprana de trastornos de aprendizaje puede tener implicaciones significativas en el aprendizaje de los alumnos. Pero… ¿qué indicios pueden indicar que algo no anda bien y que el alumno puede requerir un diagnóstico específico?
Antes de adentrarnos en dar respuesta a estas interrogantes, es conveniente aclarar qué es el aprendizaje y cómo se relaciona con el desarrollo infantil. Entendemos como aprendizaje el “proceso a través del cual se modifican y adquieren habilidades, destrezas, conocimientos, conductas y valores”. No obstante, para que el aprendizaje pueda darse, es necesario que el cuerpo del alumno haya desarrollado diferentes aspectos como el neurodesarrollo el cual está vinculado con el comportamiento del ser humano, así como el desarrollo de habilidades motrices. Éstas últimas, como lo menciona J. Nicaso García, son importantes debido a que “el aprendizaje está altamente ligado a la motricidad… tiene un alto impacto en el aprendizaje académico, la potencialización intelectual y el área social emocional” (García Sánchez, 2014).
Para generar un buen desarrollo psicomotor se requiere de las siguientes consideraciones que permiten dar estructura a esta esfera del desarrollo: integración del esquema corporal, propiocepción, secuencia, tolerancia, orden, ritmo, equilibrio y lateralidad. La combinación de todas estas habilidades dará el patrón correcto y entonces se generarán estímulos correctos.
El aprendizaje durante y dentro de la escolarización involucra áreas como el desarrollo del lenguaje, matemáticas y comprensión numérica. Desde una perspectiva de la imagen gestáltica, Nanci Bell (1991) “considera que la capacidad de crear imágenes globales es determinante para la comprensión del lenguaje”.
Sabemos también, que todas las personas tenemos no solamente diferentes habilidades, sino también diferentes formas de aprender. Es por ello que pensar en un enfoque heterogéneo en donde el profesor brinde a los alumnos contenidos de forma visual y auditiva, permitiendo así en otros espacios que también sean los alumnos quienes, a través de actividades prácticas, lleguen al conocimiento.
Es importante que los docentes estén atentos a las dificultades que los alumnos pueden presentar en el aprendizaje, ya que éstas pueden ser indicios que indiquen que el alumno requiere una evaluación o un diagnóstico para revisar de manera profesional si es que tiene algún trastorno específico del aprendizaje. Si bien, estos trastornos no tienen una cura como tal, sí podemos ayudar a los estudiantes a generar estrategias para que su TEA (Trastorno del Espectro Autista) no tenga repercusiones importantes en su aprendizaje y, sobre todo, ayudarlo a no desmotivarse por esta razón.
Algunas nociones que pueden ayudar al docente a identificar a alumnos con algún trastorno de aprendizaje, los explica de forma muy clara Hudson D. (2017) en su libro Dificultades específicas de aprendizaje y otros trastornos. Donde podemos identificar entre las principales dificultades en el aprendizaje la dislexia, la discalculia o DAM, la distraía, la dispraxia o TDC, el TEA, el TDAH y el TOC.
Entonces, no es moverse por moverse, el desarrollo motor cumple una función muy importante en el aprendizaje y maduración de cada niño. Por lo que, la integración motora no son sólo movimientos al aire, son habilidades que se adquieren y que el sistema nervioso se encarga de regular para ir generando madurez ya que ésta última se requiere para poder acceder a la escritura, lectura y matemáticas, el más claro ejemplo es el lenguaje y su expresión, ya que el habla es la coordinación motriz más fina por medio de las articulaciones.